Resumen:
Sostiene que la vida intelectual del Perú del siglo XVII era reflejo de la de España, por cuanto se encontraba el pensamiento en sumisión incondicional a la monarquía y a la iglesia. Su rasgo distintivo era un sectarismo religioso y político, el Renacimiento pasó inadvertido, y las obras de los humanistas apenas fueron leídas. Señala que la tendencia intelectual era la afición a lo confuso que se manifestaba en el lenguaje utilizado en las investigaciones, en el que el pensamiento se ocultaba en frases dividas, uso excesivo del hipérbaton, trasposición de las palabras y abuso de las construcciones latinas. Considera que Fernando Valverde y Pedro Peralta representan la tendencia mística y contemplativa de la intelectualidad del siglo XVII.